(felicis dice)
Una aclaración para seguidores. Lo de la foto de Cuando Harry encontró a Sally no es sólo porque la peli mole mogollón (que también), sino porque trata de una ciudad que, además de ser la caña, es un ejemplo a seguir en cuanto al servicio hostelero. Da igual que el restaurante o la cafetería sean de lo más cutres; allí, el servicio es alucinante.
A saber:
1) los camareros te muestran continuamente su megasonrisa profidén y esos dientes tan blancos que sólo los americanos saben tener;
2) lo primero que hacen es llevarte unos estupendos vasos de agua con hielo (en España te puedes morir de sed y caer deshidratado antes de que te coloquen algo en la mesa);
3) tras los vasos, se presentan y te dicen su nombre, para que sepas a quién acudir o por quien preguntar en el supuesto casi imposible de que te sientas abandonado;
4) continuamente se pasan por si necesitas algo más;
5) sonríen, vuelven a sonreír, bromean.
Y mucho más.
El cliente español, acostumbrado al pasotismo en nuestros restaurantes, puede sentirse incluso acosado al principio. Pero rápido se acostumbra uno a lo bueno, y cuando vuelves a cualquier restaurante español, especialmente ésos que se las dan de estar a la última, sueles sentirte ultrajado.
Una amiga que vive en Nueva York ya desde hace un tiempo me dice que lo de Estados Unidos tiene una razón de ser: los camareros no tienen sueldo fijo, o tienen un sueldo base muy bajo y dependen de las propinas. ¿Injusto? Pues no sé qué decirte, más injusta me parece la tiranía a la que estamos sometidos los clientes aquí en España.
Y sí, nos encanta Nueva York, esa jungla de asfalto que no es ni tan jungla (más quisiéramos aquí ser la mitad de civilizados), ni tan de asfalto (para comprobarlo, píllate un avión y date un paseo por Central Park o cualquier otra zona verde; eso son parques, y no el Retiro); pero que quede claro que nosotros también, como tú, lector progre y a la última, odiamos a Bush.
Felicis
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