Robata


  
Teléfono: 915218528

¿Ha cerrado el Robata? 

El Robata es uno de los restaurantes japoneses más laureados de Madrid. Un espacio precioso, con tatamis reservados para comer en el suelo, puertas correderas con paneles traslúcidos de papel de arroz, complementos en madera de cerezo… y un sashimi delicioso a un precio nada competitivo. Hace años que no iba. Hay taaantos japoneses para elegir en Madrid y, de un tiempo a esta parte, tan poco dinero en el bolsillo que siempre tiro por una opción más asequible. Bueno pues anoche, a eso de las 12, pasé por delante de la puerta y me encontré este panorama.   
He llamado al número de teléfono y ONO me informa de que actualmente no hay ninguna línea en servicio con esta numeración. ¿R. I. P. Robata?

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Sukothay





Teléfono: 915980356


¡Qué pasada la tarta de naranja del Sukothay de Castellana! No está incluida en la carta permanente y cada semana cambian los postres para el menú ejecutivo, pero si vais pedidlo, por si suena la flauta y les queda un trozo en el fondo de la nevera. Es un bizcocho borracho de un licor de naranja cremoso, dulce pero sin ser empalagoso, espolvoreado con pipas de calabaza peladas, crujientitas y muy sabrosas. Un colofón a la altura de una comida ligera y muy agradable. De los tres primeros elegí la (copiosa) ración de makis de cangrejo (nueve por persona) y de segundo los deliciosos Gaeng Kiev Pad Gung (sí, he hecho cortapega con el nombre, claro), unos tallarines al curry verde salteados con gambas, con un puntito ácido de lima y trocitos de cacahuete. Incluye café. 

El Sigar







Cómo llegar
Teléfono: 924256468

Me lo había advertido mi hermana Consuelo “tienes que ir a El Sigar porque te va a encantar”. No me apetecía, la verdad. Según me contaba, “es el típico donde van los jóvenes ejecutivos de Badajoz si tiene una comida de trabajo; muy mono, sofisticado, con una carta ni cara ni barata” y donde abundan clásicos del plato cuadrado como las mini croquetas, el queso frito y las virutas de foie. Justo lo último que me apetece cuando tiro para la tierra: dame una buena porción de ibérico en cualquiera de sus variantes y quítame crepes, soufflés y demás chorraditas. Un poco a regañadientes, dejé que me arrastraran Consuelo y su amiga Cristina. Y oh sorpresa, tenían razón, me he hecho fan absoluta del sitio. Efectivamente El Sigar tiene local y carta de sobra para montar una comidas de esas de quedar bien pero es que, además, cuenta con un surtido de tapas (que son raciones) a precio más que razonable (entre tres y cinco euros cada una).

Fuimos a picar algo un martes por la noche y me ganaron desde el aperitivo. Qué gran idea esa de obsequiar a los recién llegados con una mini ensalada. Tomamos, por cortesía de la casa, la misma cantidad que si hubiéramos pedido una para compartir. Cada vez soy menos partidaria hojaldres y rebozados, engordan y no deja sitio para el resto, pero voy a hacer una excepción cada vez que vaya con esos rollitos de espinacas que van cubiertos con una finísima capa de hojaldre.
Después del postre nos apetecía tomar una copa. Era ya tarde, el restaurante estaba completamente vacío y lo sugerimos casi con la certeza de que nos iban a poner la cuenta entre los dientes. ¿Qué camarero quiere quedarse una hora más currando para que cuatro clientes que han hecho un gasto mínimo despotriquen mientras agitan el hielo de sus amarguiñas? Pues a la chica que nos atendió deberían darle un premio de interpretación porque cualquiera hubiera dicho que eran las ocho de la tarde. Entre bromas nos trajo los licores en unas bonitas copas altas y las sirvió sin prisas, sonriendo, avivando el buen rollo que se había creado durante toda la cena. “Ahora entiendo por qué venís día sí, día también”, le dije a mi hermana, sin saber aún que su fidelidad al garito iba a tener el reconocimiento definitivo que te brindan esos restaurantes que saben hacer parroquia: invitarte al copazo.
En el "súper cuco" baño de El Sigar, como en el
de tu madre, se puede comer en el suelo.
  

Magnolia Bakery




Teléfono: +12124622572



Llevo todo el fin de semana soñando con las cup cakes del Magnolia Bakery. Desde que dejé de fumar me dan ataques de hipoglucemia y yo, que nunca antes había tomado postre en mi vida, necesito meterme un atracón de dulces entre pecho y espalda. He visto cuarenta millones de recetas en Youtube y ninguna revela cuál es el ingrediente secreto que las hace tan adictivas. Porque no es una simple magdalena con crema dulce encima. Después del primer mordisco, y aunque estés llena a reventar, quieres otra y otra y otra. Menos mal que no las tengo a mano porque si no terminaría protagonizando mi propia versión de “El dilema”, gorda cebona como Russell Crowe, demandando en los tribunales a las dueñas por atrofiarme las arterias con azúcar y mantequilla.

Típico "quinqui" del West Village
 La culpa de todo, claro, la tiene la tele. Me topé el otro día con el capítulo de "Sex and the City" en el que Carrie le cuenta a Miranda que ha conocido a Aidan mientras devoran sendas Barbie cupcakes sentadas en la puerta de la neoyorquina pastelería. Como casi todo lo que tiene que ver con esta serie (de la que sigo siendo fan absoluta) lo vulgar se convierte en trendy, y de nuevo me apeteció ir corriendo a Manhattan a charlar de fruslerías con la boca llena, dejando que trozos de bizcocho se me caigan literalmente de la boca.

Aunque parezca que lleva ahí desde los tiempos de la huerfanita Annie, la solera de Magnolia Bakery es de mentira. Abrió sus puertas en 1996 y casi de inmediato se convirtió en un must de la vida manhateña. El asiento de madera que aparece en la serie no existe y todo lo que sirven en la tienda, incluido el café, es para llevar. Pero justo enfrente hay un parquecito con bancos y mesas de piedra donde las treintañeras y mariquitas del SATC Tour degustamos nuestras “mucho más que magdalenas”. Y aunque es cierto que hay horas del día en que las colas dan la vuelta a la manzana, si vas entre semana a desayunar, estarás en el parque a tu aire y tan agusto, sólo acompañada por los borrachos del barrio.

 

Taberna Alba's


 


  
Teléfono: 914738735


La cuenta, por favor


¿Quieres tomar tomates que sepan a tomates? Pues he descubierto un sitio donde sirven unas ensaladas con ventresca y cebolla dulce de poner los ojos en blanco. Nos llevó Fi a celebrar su cumpleaños hace unos días. Se llama Alba’s y es una taberna de las de toda la vida con raciones de chuparse los dedos. Está fuera (afortunadamente) del circuito cool “latinero” (lo que garantiza su pervivencia) y me contaba la anfitriona que también tienen un solomillo espectacular, así que habrá que volver. Los mencionados tomates, traídos directamente de Villa del Prado, son de cultivo ecológico. De ahí que te los cobren a precio de caviar, claro. Pero, ojo, lo valen y, además, la cantidad por bandeja en cada ración de Alba’s es el doble de la que encuentras en cualquier otro garito del centro. Está en el Pasillo Verde, perfecto para ir a cenar, tomarse el primer Gin tonic (los sirven con mucho mimo) y terminar meneando el esqueleto en el Painting the Monkey. 


La foto da pena pero, si no me
daba prisa, los tomates volaban


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