Pizzeria Due Torri






Teléfono: +39051271958

Quitarse el hambre en Bolonia

En el Due Torri la porción de pizza cuesta un euro con cincuenta. La masa no es, desde luego, esa torta horneada de forma cariñosa de los ristorantes de postín, pero le da sopas con honda al Telepizza. Además, los ingredientes son ricos y la grasaza que suelta la mozzarella no satura; por un poco más de dinero (no mucho), te la preparan con búfala. Punto obligado de los estudiantes es una muy buena opción también para los turistas que estén pateando el centro y que prefieran dejar la gran panzada, vino, tiramisú y spresso, para la cena.

Spott





Teléfono: 915320218


Careto (super natural...) que intenta reflejar la mala leche que le entra 
a una cuando tiene que esperar cuarenta minutos para comer.

Me cuenta mi amiga Mariam que llevaba siglos queriendo ir al Vecchia Milano y que, animada por mi entusiasta post del Doce de Octubre, se fue con su hermana poco después a probar el plato del día. No le gustó nada. Fuera por las altas expectativas o porque ese día no estuvieron inspirados, se les atragantó el plato de pasta y la carrillada, la una insulsa y la otra demasiado dura. Sucede todo el tiempo. Con la comida, con el cine, con los viajes. El lunes por la mañana desgranas en la pausa del café la maravillosa película que viste el día anterior con razones de peso que justifican que se trata de una obra incontestable. Pues nunca falta el que te dice “huy, sí, la he visto: vaya coñazo”. Tu argumentación se va a la porra y, oyendo la otra parte, cualquiera diría que se trata de dos pelis distintas. Claro que solemos buscar el consenso entre la gente que nos gusta, la que nos cae bien, con la que tenemos cosas en común. Pero es imposible que todos los elementos estén sincronizados para repetir la misma experiencia una y otra vez.

Otro ejemplo. Zomas Osborn me aconsejó hace tiempo el Spott como un sitio donde tomarse una hamburguesa "perfecta" advirtiendo, eso sí, que el ambiente era “piji-snob de falsete”. Llevo dos tercios de vida intercambiando recomendaciones con Zomas y sé que en cuanto a cine tiene sus rarezas pero los dos sabemos lo que tiene que tener una hamburguesa para conquistarnos. Pues al final, ni el ambiente (agradable, con la cocina a la vista, muy chulo) ni la hamburguesa (rica y acompañada de forma original pero muy lejos de ser “perfecta”) tuvieron la culpa de que yo le haya echado la cruz al Spott. 

Según llegamos habían perdido la reserva y no sabían dónde sentarnos. De muy malas formas nos acoplaron en una mesa fuera del comedor, en la zona de aperitivos situada frente al gran ventanal. El que aparentaba ser el responsable del garito, un guapino con pinta de niño bien, se manejaba con una actitud autosuficiente y prepotente que dejaba claro que su actividad habitual no incluía servir mesas. Pero lo cierto es que, de forma bastante torpe, era él el encargado de organizar la sala. Pedimos una Cocacola y una Coronita y nos trajeron dos Carlsberg. Pedimos dos hamburguesas especiales y nos sorprendieron con un aperitivo de verduras en tempura muy rico que nos comimos, convencidos de que era un gesto de desagravio. Resultó que se habían equivocado y que el rebozado era el primer plato del menú degustación. En ambos casos nos trataron como si la culpa del error la tuviéramos nosotros. Cuarenta minutos después, llegó la hamburguesa. “Oye”, le pregunté al pijo, “¿esto es siempre así?”, con la única intención, lo juro, de echarle un capote y que tuviera la opción de justificarse. Sin perder una pizca de soberbia, reconoció que alguien “les había dejado tirados en el último momento” y que “habían tenido que improvisar”, cosa que es perfectamente entendible y que podría haber sido un perfecto rompehielos al principio, antes de que todo empezara a caerme muy muy mal.

Así que, cuando al poco quedé para tomar café con Zomas Osborn, tuve que decirle aquello de “¿te acuerdas del sitio que me recomendaste? Un horror, amigo”, sin poder echarle la culpa a una mala calidad de la comida o a un local que no daba la talla. Estoy convencida de que hay un montón de gente que ha tenido un momento estupendo en el Spott. No fue mi caso. 


Trattoria della Stampa





Cómo llegar
Teléfono: +39066789919

La cuenta, por favor

Leo en Wikipedia que se le atribuye a San Ambrosio, teólogo del siglo IV y ciudadano imperial, la frase “si estás en Roma, haz lo que hacen los romanos y si estás en otro sitio haz lo que hacen allá” (“si fueris Rōmae, Rōmānō vīvitō mōre; si fueris alibī, vīvitō sicut ibi”) El mundo anglosajón ha incorporado a su saber popular la primera parte del consejo (“when in Rome, do as the Romans”) mientras que los hispanohablantes hemos hecho lo propio “subjuntivado” la segunda (“allá donde fueres, haz lo que vieres”). De una u otra manera, es un puntazo compartir cotidianidad con los habitantes autóctonos en el epicentro turístico de una gran capital. Y cuando eso ocurre en Roma, rizamos el rizo. 




El tiramisú (casero, claro)
es espectacular.
A escasos metros de la Fontana di Trevi se encuentra la Trattoria della Stampa. Hay que callejear un poquito así que conviene tener el mapa o el GPS a mano. Pedir indicaciones en esa zona sirve de poco ya que está atestado de extranjeros. Los auténticos romanos están metiéndose entre pecho y espalda unos bucatini all’Amatriciana (especialidad de la casa) y una ensalada Caprese (tomate, mozzarella y basílico) como Dios manda. El local tiene pinta de escenario preparado de tan auténtico que es: peperoncino y ajos como elemento decorativo; longaniza, salami y prosciutto colgando del techo; manteles de cuadros, sillas de madera, y un señor una señora y una chica que, como protagonistas en una película de De Sica, bien podrían ocultar mucha pena detrás de sus caras sonrientes.
A mí me pareció barato, no olvidemos que se trata de comida casera pero de calidad y una buena pasta al dente no tiene precio, ¿o sí? Qué sé yo, doctores tiene la Iglesia. Por cierto, San Ambrosio es uno de ellos.



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Robata


  
Teléfono: 915218528

¿Ha cerrado el Robata? 

El Robata es uno de los restaurantes japoneses más laureados de Madrid. Un espacio precioso, con tatamis reservados para comer en el suelo, puertas correderas con paneles traslúcidos de papel de arroz, complementos en madera de cerezo… y un sashimi delicioso a un precio nada competitivo. Hace años que no iba. Hay taaantos japoneses para elegir en Madrid y, de un tiempo a esta parte, tan poco dinero en el bolsillo que siempre tiro por una opción más asequible. Bueno pues anoche, a eso de las 12, pasé por delante de la puerta y me encontré este panorama.   
He llamado al número de teléfono y ONO me informa de que actualmente no hay ninguna línea en servicio con esta numeración. ¿R. I. P. Robata?

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Sukothay





Teléfono: 915980356


¡Qué pasada la tarta de naranja del Sukothay de Castellana! No está incluida en la carta permanente y cada semana cambian los postres para el menú ejecutivo, pero si vais pedidlo, por si suena la flauta y les queda un trozo en el fondo de la nevera. Es un bizcocho borracho de un licor de naranja cremoso, dulce pero sin ser empalagoso, espolvoreado con pipas de calabaza peladas, crujientitas y muy sabrosas. Un colofón a la altura de una comida ligera y muy agradable. De los tres primeros elegí la (copiosa) ración de makis de cangrejo (nueve por persona) y de segundo los deliciosos Gaeng Kiev Pad Gung (sí, he hecho cortapega con el nombre, claro), unos tallarines al curry verde salteados con gambas, con un puntito ácido de lima y trocitos de cacahuete. Incluye café. 

El Sigar







Cómo llegar
Teléfono: 924256468

Me lo había advertido mi hermana Consuelo “tienes que ir a El Sigar porque te va a encantar”. No me apetecía, la verdad. Según me contaba, “es el típico donde van los jóvenes ejecutivos de Badajoz si tiene una comida de trabajo; muy mono, sofisticado, con una carta ni cara ni barata” y donde abundan clásicos del plato cuadrado como las mini croquetas, el queso frito y las virutas de foie. Justo lo último que me apetece cuando tiro para la tierra: dame una buena porción de ibérico en cualquiera de sus variantes y quítame crepes, soufflés y demás chorraditas. Un poco a regañadientes, dejé que me arrastraran Consuelo y su amiga Cristina. Y oh sorpresa, tenían razón, me he hecho fan absoluta del sitio. Efectivamente El Sigar tiene local y carta de sobra para montar una comidas de esas de quedar bien pero es que, además, cuenta con un surtido de tapas (que son raciones) a precio más que razonable (entre tres y cinco euros cada una).

Fuimos a picar algo un martes por la noche y me ganaron desde el aperitivo. Qué gran idea esa de obsequiar a los recién llegados con una mini ensalada. Tomamos, por cortesía de la casa, la misma cantidad que si hubiéramos pedido una para compartir. Cada vez soy menos partidaria hojaldres y rebozados, engordan y no deja sitio para el resto, pero voy a hacer una excepción cada vez que vaya con esos rollitos de espinacas que van cubiertos con una finísima capa de hojaldre.
Después del postre nos apetecía tomar una copa. Era ya tarde, el restaurante estaba completamente vacío y lo sugerimos casi con la certeza de que nos iban a poner la cuenta entre los dientes. ¿Qué camarero quiere quedarse una hora más currando para que cuatro clientes que han hecho un gasto mínimo despotriquen mientras agitan el hielo de sus amarguiñas? Pues a la chica que nos atendió deberían darle un premio de interpretación porque cualquiera hubiera dicho que eran las ocho de la tarde. Entre bromas nos trajo los licores en unas bonitas copas altas y las sirvió sin prisas, sonriendo, avivando el buen rollo que se había creado durante toda la cena. “Ahora entiendo por qué venís día sí, día también”, le dije a mi hermana, sin saber aún que su fidelidad al garito iba a tener el reconocimiento definitivo que te brindan esos restaurantes que saben hacer parroquia: invitarte al copazo.
En el "súper cuco" baño de El Sigar, como en el
de tu madre, se puede comer en el suelo.
  

Magnolia Bakery




Teléfono: +12124622572



Llevo todo el fin de semana soñando con las cup cakes del Magnolia Bakery. Desde que dejé de fumar me dan ataques de hipoglucemia y yo, que nunca antes había tomado postre en mi vida, necesito meterme un atracón de dulces entre pecho y espalda. He visto cuarenta millones de recetas en Youtube y ninguna revela cuál es el ingrediente secreto que las hace tan adictivas. Porque no es una simple magdalena con crema dulce encima. Después del primer mordisco, y aunque estés llena a reventar, quieres otra y otra y otra. Menos mal que no las tengo a mano porque si no terminaría protagonizando mi propia versión de “El dilema”, gorda cebona como Russell Crowe, demandando en los tribunales a las dueñas por atrofiarme las arterias con azúcar y mantequilla.

Típico "quinqui" del West Village
 La culpa de todo, claro, la tiene la tele. Me topé el otro día con el capítulo de "Sex and the City" en el que Carrie le cuenta a Miranda que ha conocido a Aidan mientras devoran sendas Barbie cupcakes sentadas en la puerta de la neoyorquina pastelería. Como casi todo lo que tiene que ver con esta serie (de la que sigo siendo fan absoluta) lo vulgar se convierte en trendy, y de nuevo me apeteció ir corriendo a Manhattan a charlar de fruslerías con la boca llena, dejando que trozos de bizcocho se me caigan literalmente de la boca.

Aunque parezca que lleva ahí desde los tiempos de la huerfanita Annie, la solera de Magnolia Bakery es de mentira. Abrió sus puertas en 1996 y casi de inmediato se convirtió en un must de la vida manhateña. El asiento de madera que aparece en la serie no existe y todo lo que sirven en la tienda, incluido el café, es para llevar. Pero justo enfrente hay un parquecito con bancos y mesas de piedra donde las treintañeras y mariquitas del SATC Tour degustamos nuestras “mucho más que magdalenas”. Y aunque es cierto que hay horas del día en que las colas dan la vuelta a la manzana, si vas entre semana a desayunar, estarás en el parque a tu aire y tan agusto, sólo acompañada por los borrachos del barrio.

 

Taberna Alba's


 


  
Teléfono: 914738735


La cuenta, por favor


¿Quieres tomar tomates que sepan a tomates? Pues he descubierto un sitio donde sirven unas ensaladas con ventresca y cebolla dulce de poner los ojos en blanco. Nos llevó Fi a celebrar su cumpleaños hace unos días. Se llama Alba’s y es una taberna de las de toda la vida con raciones de chuparse los dedos. Está fuera (afortunadamente) del circuito cool “latinero” (lo que garantiza su pervivencia) y me contaba la anfitriona que también tienen un solomillo espectacular, así que habrá que volver. Los mencionados tomates, traídos directamente de Villa del Prado, son de cultivo ecológico. De ahí que te los cobren a precio de caviar, claro. Pero, ojo, lo valen y, además, la cantidad por bandeja en cada ración de Alba’s es el doble de la que encuentras en cualquier otro garito del centro. Está en el Pasillo Verde, perfecto para ir a cenar, tomarse el primer Gin tonic (los sirven con mucho mimo) y terminar meneando el esqueleto en el Painting the Monkey. 


La foto da pena pero, si no me
daba prisa, los tomates volaban


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Miss Maude's Spoonbread Too





Cómo llegar
Teléfono: +12126903100

La cuenta, por favor

Soul food

Los desfiles me parecen un coñazo. Esperar de pie, entre empujones para ver camiones mal forrados de papel maché desde donde gente disfrazada te saluda… no termino de entender dónde está la diversión. Ni de pequeña, oye. Aguantaba los Reyes, los Carnavales, la Semana Santa (para mí es un desfile más) pero en el fondo, me aburría como una ostra. Porque entonces yo hacía lo que todos, claro, y no me cuestionaba si me divertía o no. De hecho, creo que no caí en la cuenta de la cantidad de horas que había malgastado en esa chorrada hasta que me tuve que tragar el Wonderful World of Disney Parade en el parque de Paris: madre mía qué tortura. Y no era por el rollo cursi, qué va; bostezo también en el del Orgullo, con nalgas prietas, plumas al viento y cachondeo a go go. 

Igual de aburrido es el African American Day Parade, el “desfile de negros más multitudinario de América" (“The Largest Black Parade In America”) que se celebra en Harlem cada mes de Septiembre. Siempre había asociado a los horteras eso de ir a coger sitio, como los descerebrados que esperan apostados al borde de la carretera a que pasen las motos que vuelven de Jerez o los corredores del Tour. Pero en este caso me encontré con que eran las elegantísimas señoras del barrio las que, recién salidas de la misa dominical, agarraban la sillita de playa y se quedaban pegadas a la catenaria de plástico de la NYPD. 

Allí las dejé y, aprovechando que las cafeterías estaban despejadas, me fui a probar un auténtico brunch sureño a ‘Miss Maude's Spoonbread Too’. Lo llaman “soul food” aunque más que en alma, una lo siente en las caderas, en los muslos y en la tripa: pollo frito y gofres. “Soul” en este caso es el eufemismo políticamente correcto para “black”. Como todos los estereotipos, según quien hable del tema puede tener gracia (el cómico Chris Rock es un especialista en sacarle punta) o ser tremendamente ofensivo (cualquier cazurro segregacionista que se precie ha hecho alguna vez algún chiste a base de “fried chicken” y sandía, la dieta tradicional de los esclavos del Sur) pero lo cierto es que esta bomba hiper calórica se sirve en cantidades nada moderadas (la de la foto es la ración individual). Una sabrosísima combinación que tomada a diario puede convertir a Halle Berry en Precious pero que una vez al año vale la pena disfrutar.

Vecchia Milano





Cómo llegar
Teléfono: 915424452


El plato del día del Pilar en la Vecchia Milano ha sido Papardelle a la liebre. Esta receta típica de la ciudad toscana de Siena cocinada con destreza ha resultado el complemento perfecto a un martes de fiesta, gris y melancólico. Se me ha quedado alojada durante toda la tarde, entre la nariz y la boca, la mezcla de la esencia de la carne, tierna y hebrosa, con la fragancia contundente del romero. Maravilloso sabor de campo en otoño.
Un rinconcito muy auténtico sin demasiadas florituras esta trattoría en la zona de Argüelles.


Impecables también los Spaghetti al olio di tartufo.
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Lo típico de Córdoba

 

Este es un ranking elaborado tras un lluvioso fin de semana en Córdoba, a la búsqueda del salmorejo y las berenjenas a la miel perfectos. Gracias a Ricardo por las estupendas recomendaciones sobre dónde ir. Gracias también a Mariam y a Celia por mandarme sus opiniones y, sobre todo, por los buenos ratos.  Y por los malos también.

1er Puesto: El Sótano


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El Sótano




Teléfono: 957941099


En el otro extremo de lo que te encuentras en la Sociedad de plateros, los camareros de El Sótano son jóvenes, buenrolleros y hipilongos. Los veladores techados ocupan buena parte de la Plaza de la Corredera; si llegas y está todo cogido solo tendrás que esperar unos minutos hasta que alguien se levante. En lo del salmorejo no hubo duda;  las tres jurados coincidimos, cuchara en ristre, que era el más rico. Además del mejor servido, en un mini perol monísimo con las preceptivas virutitas de jamón. Sus crujientes berenjenas, cortadas en armónicos bloques rectangulares y regadas con melaza en lugar de miel de abejas se quedaron a un voto de conseguir pleno, pero Celia tenía claro que las que las que más le gustaban eran las de Casa Pepe. Muy recomendable también la fuente de fritura de pescado.



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Casa Pepe de la Judería





Teléfono: 957420853


A un saltito de la Mezquita Catedral, en plena judería, podemos encontrar Casa Pepe. Su web se enorgullece, en términos muy folklóricos, de ser ese tipo de garitos que en tiempos inmemoriales emborrachaban a musulmanes poco ortodoxos al amparo de la discreción de los propietarios sefardíes. Ni Oslo, ni Camp David, ni niño que lo crió, hay que decirle a Hillary que se lleve a Netanyahu y a Abbas a Córdoba, a pegarse un buen atracón de berenjenas a la miel. Recortadas en forma de media luna (quizá en un homenaje a aquellos moritos embriagados de antaño) llevan añadidas alguna suerte de levadura que hace que la carne de la verdura se vuelva esponjosa y se funda perfectamente con el rebozado. En palabras de mi amiga Celia, “diferentes de preparación al resto, muy sabrosas, deliciosas”. 


Sociedad de Plateros




Teléfono: 957470304
              637081137


 

Prototipos del "cordobesismo" gastronómico
Precioso patio cordobés con camareros que hicieron la mili antigua, cuando Franco aún era Generalísimo. Tratan con displicencia a los jóvenes, sin ser antipáticos pero dejando claro quién manda, y casi te ordenan directamente qué tienes que pedir. En este link se puede echar un vistazo a la historia de un curioso espacio que nació hace más de 130 años para asistir al gremio de plateros durante la crisis económica de 1868. ¿Se tomarán los jóvenes del año 2.140 unas cañas en la Sociedad de Editores de Deuvedés?...
Es ese sitio donde suelen dejarse caer intelectuales y culturetas de visita en la ciudad. Además de disfrutar de unas berenjenas y salmorejo ejemplares, en esta visita aprendí a cómo meter en una frase el término “cordobesismo”. En serio.
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Metro Bistro


Teléfono: 915429521‎

35 € por cabeza aprox.


Esta semana he tenido una cena estupenda en un sitio desangelado a más no poder. Todo lo que comimos en el Metro Bistro estaba riquísimo, las croquetas de hongos, los huevos rotos con setas, la merluza y el pavo. El cocinero, un Abraham García “wannabe”, pretencioso barbilampiño con cara de “huy, qué pereza me dais”, estaba más preocupado por exhibir su mandil ante un par de jovenzuelas de piernas largas que le hacían ojitos desde la barra que de adecuar el ambiente del local a las cuatro personas que intentábamos hacer de un lunes otro sábado. No sé qué emisora de radiofórmula tenían puesta pero tocamos fondo en el momento en el que empezó a sonar el jitpaeid de verbena “Azul”, de Christian Castro. Seré una snob, pero intentar hacer literatura barata con el menú y luego no preocuparte de cerrar la puerta del local y bajar la luz de los fluorescentes es una vulgaridad. Además, esa canción es pegadiza como un chicle resobao, no va a haber quién me la saque de la cabeza en un mes.



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Helios





Cómo llegar
Teléfono: 965785318

La cuenta, por favor

Como ese tío que vuelve a casa sin comerse un rosco después de haber estado toda la noche invitando a copas a una hortera resultona. Así me siento yo cada vez que vuelvo del Helios, cabreada, frustrada, descapitalizada y sin la excusa de haberme llevado algo de calidad a la boca. Lo peor es que no escarmiento y vuelvo a caer engatusada por esa mezcla de casita de madera blanca con emplazamiento de morada regia, con ese encanto chic equivalente a saber combinar unos vaqueros con un Cartier. Esa fachada atractiva y desenfadada oculta sin embargo una esencia vulgar y mezquina. No hay camareros más desganados ni raciones más rácanas. Los arroces no los hace mal del todo pero, solo faltaba, estamos en Alicante. El resto de la carta es mediocre, y el embrujo de la estupenda vista a la playa de Les Rotes se va desvaneciendo a medida que tienes la sensación de que debes dejar el sitio libre rapidito para que lo ocupe el siguiente primo que vendrá a dejarse los cuartos.


Otras entradas sobre Helios


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Janatomo





Cómo llegar

Teléfono: 915215566


Al principio, el Janatomo fue un restaurante chino regentado por japoneses; como Manchuria en los años 30 pero de buen rollo. Lo único que quería el matrimonio Ikenaga, los dueños, era que los madrileños setenteros acudieran a su local, y estos preferían el arroz tres delicias al sushi. En la web comerjapones.com describen cómo este garito, en la linde de Chueca con Gran Vía, evolucionó con los tiempos y recuperó su raíz nipona cuando comer pescado crudo se convirtió en algo imprescindible para todos nosotros, modernos de pueblo. Crearon así un sitio de comida asiática- fusión con lo mejor de cada casa. Los más puristas le acusan de no ser un “japonés auténtico”, toma ya, sin complejos racistas. Que digo yo, sabrán ellos mejor que los Ikenaga cómo se cuecen los tallarines en Osaka.

No tengo ni idea de dónde vienen, pero los rollos de viera son maravillosos y crean adicción. Además, el surtido de sashimi es completísimo y de muy buena calidad. El servicio es muy agradable, el local es sencillo y elegante y, sobre todas las cosas, tiene un precio estupendo para ser japonés.


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La Corchuela



 
Cómo llegar

Teléfono: 924220081

Dame aire con tu abanico

Cuando yo era adolescente y no había internet ni televisión de pago, los veranos en Badajoz duraban una eternidad. Si te tocaba un agosto sin ir a la playa sabías que los pocos que nos quedábamos estábamos condenados a vernos continuamente, porque a nadie se le había perdido nada en aquel paraje que se freía lentamente a 40 grados de temperatura media. Recuerdo un año en que la troupe de Belle Epoque hizo un descanso del rodaje que les tenía  acampados en Portugal y vino a tomarse unas cañas al núcleo urbano patrio más cercano que encontraron. “Qué petarda, Penélope Cruz” comentábamos las aburridas provincianas, verdes de envidia, mirando desde la otra esquina de la barra a la estrellita en ciernes. Aquel eventazo nos entretuvo durante meses pero fue un caso aislado. Nunca aparecía un turista despistado ni un artista exótico que buscara un destino poco convencional. Teníamos, eso sí, hordas de chavales de Elvas (Portugal) con trazas de solteros de posguerra y arrestos propios de un quinto de permiso. Una pesadilla hecha realidad: que te arrinconaran en la discoteca de verano Costa Oeste, envalentonados por el cubata de garrafón, mientras tus amigas seguían en la pista, ignorándote, moviendo las caderas “como un burro amarrado a la puerta del baile”.
 
Han pasado unos añitos y ahora resulta que todo el mundo pasa por Badajoz en verano. De camino al Algarve, a Lisboa, a Cádiz, cantidad de gente que conozco me ha comentado "he estado en tu tierra", justo antes de exclamar "¡qué calor!", con los ojos muy abiertos. Aunque supongo que a las púberes pacenses que se han quedado sin vacaciones ya les da igual si la gente viene o va. Ahora es el Cuore quien pone a parir a Penélope Cruz mientras ellas cuelgan fotos de Cristiano Ronaldo en el Tuenti para que las vean los quinientos contactos que solicitan ser sus amigos desde todos los rincones del planeta. Qué suerturdas.
 

Para los visitantes, dos cositas. Una, no, no os preocupéis, el termómetro del coche no se ha estropeado: ESA es la temperatura que hace ahí fuera. Y dos, no dejéis de tomar un buen plato de jamón en La Corchuela. Sita en pleno casco antiguo, ofrece opíparas raciones de especialidades de la tierra a un precio estupendo. 




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Kubata





Praia dos pescadores
Armaçao de Pera
Portugal.




La cuenta, por favor


Típico chiringuito molón de
Armaçao de Pera, la antítesis del Kubata
Los que me advirtieron de que el Kubata era un sitio cutre se quedaron cortos. Chiringuito destartalado, cuatro palos cubiertos de loneta, suelo parcheado con sintasol modelo madera clara y un acceso directo a la cocina que ignora cualquier norma de seguridad vigente, su falta de glamour destaca en una zona del Algarve donde todos los locales han sufrido ya su particular “extreme makeover” y lucen estupendos encaramados a esas patas que los aleja del suelo y les confieren un aire a medio camino entre un hórreo y el puesto de Mitch Buchannan en “Los vigilantes de la playa”. En el Kubata, sin embargo, aún puedes comer con los pies metidos en la arena. Esta es solo una de las ventajas que ofrece frente a sus competidores directos, siendo la más destacada servir la mejor 
manduca de Armaçao de Pera: "peixe grelhado à descrição".

En un nada pulcro mostrador te enseñan lo que se ha pescado esa mañana (o lo que resta después de que haya comido todo el mundo; los españoles solemos llegar al amén). Tú eliges lo que más te guste y de ahí lo lanzan con un puñado de sal a la parrilla. Desde las económicas e imprescindibles sardinas, pasando por los sabrosísimos jureles (“carapaus” en portugués) hasta los exquisitos (y carísimos) sargos y salmonetes (¿40 euros el kilo?), la oferta es variada e insuperable. La ensalada de lechuga, tomate, cebolla dulce y pimiento verde asado, y el acompañamiento de patatas “baby” espolvoreadas con ajo picado y orégano son gratis. Los camareros son simpatiquísimos, lentos y despistados, pero entrañables. La mitad de los días no nos cargaban los postres en la cuenta o tardaban tres cuartos de hora en servirnos el café, ese impecable e intensísimo café portugués.

Por las tardes, cuando volvía de la playa a casa, pasaba por la trasera descubierta del chiringuito. Frente al viejillo que asaba cada día nuestro pescado, al otro lado de la carretera, se erigía un enorme cartel que anunciaba la inminente construcción de un resort de lujo en ese mismo lugar. El Kubata tiene los días contados. Daos prisa. Por si esto fuera poco, sirven unas espectaculares caipiriñas a 3,50. Un lujazo.


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