Katz's Delicatessen


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“Han convertido esto en un circo”, me comenta en español Jay con una mueca de fastidio ensayada mil veces desde el otro lado del mostrador, al tiempo que unta de mostaza una rebanada de pan de centeno. Atraídos por el orgasmo fingido más publicitado de la Historia Katz’s recibe cada día ingentes manadas de turistas. Jay no puede tener más de veintiún años así que supongo que esa frase la ha oído en su casa toda la vida en boca de sus mayores, aquellos que llegaron a principios del siglo XX a Nueva York, en la época de la ocupación desde República Dominicana, cuando en el Lower East Side se hacinaban inmigrantes de todo el mundo. Los años que le echo a Jay son los que hace que se estrenó Cuando Harry encontró a Sally. Fue aquí, en Katz's, donde la pizpireta Meg Ryan le dejó bien claro al locuaz Billy Crystal que un tío no puede justificar su hombría a partir de los gritos de una compañera de cama porque “todas las mujeres lo han fingido alguna vez”:


Jay no deja de tener razón: es un espectáculo que los visitantes hagan cola para pedir sándwiches y platos combinados en un local que es demasiado grande y feo, además de bastante cutre. Eso era lo que yo pensaba mientras él terminaba de prepararme un doble mixto de pavo y pastrami, (las dos opciones de carne que elegían respectivamente ella y él en la película) acompañado por los tradicionales pepinillos encurtidos.

En cuanto le hinqué el diente al bocadillo abandoné el prejuicio de que solo el cine es el motivo por el que la gente se encarama en este local cercano a la Primera Avenida. Yo ya había probado el pastrami alguna vez, o lo que yo creía que era pastrami, y no me volvía loca. Claro que en mi ignorancia, sólo llegaba a conocer la versión “curada” del pastrami, la que sirven por ejemplo en el Carnegie Deli; resulta que no es un embutido, sino que el nombre hace referencia a la mezcla de especias con que se adoba la carne (derivación yiddish del rumano “a pastra” que significa “conservar” o “preservar”). En Katz’s no sirven la versión curtida del pastrami sino la carne adobada, cocida y cortada a cuchillo. El resultado son unos deliciosos filetes hebrosos, similares a un roast beef, pero con muchísimo más sabor. La mitad de pavo estaba muy rica pero se queda en nada comparado con este otro, que es razón más que suficiente para volver una y mil veces. En lo de elegir sándwiches era Billy Crystal quien tenía razón.


Barandiarán





Teléfono: 943422057


Al Barandiarán no se viene a comer: se viene a quitarse el hambre en un tiempo récord antes de lo que toque ver en el Teatro Principal.  ¿Traes hambre o capricho? Me ha preguntado el camarero dispuesto a orientarme en  la tarea de elegir pintxo. Hambre, hambre, le he dicho. La comida no es gran cosa y el local es decadentillo pero qué más da, estoy en el Festival a punto de entrar a ver una película.