Plato y placer





Cómo llegar
Teléfono: 913652075

Precio aproximado: 30€

¿Qué placer?

(kubelick dice)

Anoche hablaba con un amigo sobre lo difícil que es tener una relación en nuestros días. Coincidíamos en que no damos importancia a los detalles, que no respetamos el compromiso y que no estamos dispuestos a adaptarnos… Creo que esas eran las tres ideas fundame
ntales; estábamos pidiendo el segundo gin tonic y nos habíamos bajado tres botellas de Somontano para seis en la cena. Una barbaridad de alcohol, sí. La justa y necesaria para olvidar una cena terrible.
Me llamó la atención
su página web. Estaba todo muy claro y muy bien explicado. Además, en la foto parecía tan mono… Y, como son estas cosas, no me lo pensé dos veces: llamé y reservé. Cuando una camina por la calle Bailén un sábado por la noche, deja atrás Angosta de los Mancebos y se encuentra de frente con la calle de la Morería lo único que piensa es "jolín, qué bonito es Madrid". Cuando cruza el umbral del restaurante Plato y placer, le conducen a la mesa reservada y se topa con su propia imagen en cualquier espejo, primero se asusta y luego piensa "jolín, qué mal me he maquillado". Pero no. Es que el descuido por los detalles en Plato y placer empieza por una iluminación que te hace parecer la viva imagen de David Bowie en El hombre que cayó a la tierra. Y claro, una se tira hora y media delante del espejo para lucir y esto es un menosprecio que no veas. Así para empezar. Pero la cosa continúa. Y las mesas son demasiado pequeñas, los platos demasiado grandes, hay que jugar al Tetris con los mantelitos de goma y con la base de las copas para que estas no se derramen, y ¡maldita sea! La silla no para de moverse. Entiendo que Plato y placer tenga la necesidad de hacerse el guay. Pero yo me siento incómoda. Y mis amigos también. Llega la comida. El arroz recién hecho está pasado, el bacalao salado, el solomillo es carne para guisar… "El humus está rico" Si. Pero no es humus. Es una pasta de garbanzos, sí, con nata dulce... Tú me dijiste que me ibas a traer humus y esto no es humus. No es que me importe que te salgas de lo convencional pero que quiero que me avises cuando lo vayas a hacer... No habíamos quedado en esto. En absoluto... Y claro, a estas alturas, no estoy dispuesta a adaptarme. Y todo me parece mal: la tarjeta que no pasa, las cuentas que no salen, el olor a vino en la ropa… y solo quiero salir corriendo y no mirar atrás. Tanta originalidad para ¿qué?. Es todo mucho más sencillo. No me invites a champán del caro, solo quiero que los huevos estén rotos con PATATAS.



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5 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja... a eso, precisamente, se reduce la esencia d emiles de rupturas: qué obsesión tienen al gunos de sorprender (¿más bien tratar de impactar?) con un champán carísimo y amarguísimo... coño, una caña bien tirada, un somontano de inés de monclús, cualquier vino joven de la mancha y ese jamón sudadito!!!!!!!
más besos.
Ana H.

Paco Briseño dijo...

yo también he estado y me quedo con lo de plato...placer ninguno, el servicio malo (derraman el vino, tiran las cosas, olvidan los platos, cobran cosas de mas) y el trato al reclamar peor. El Brownie con helado de vainilla llegó con helado de algún cítrico, los profiteroles congelados e imposibles de morder.

Anónimo dijo...

Por Dios (o por la Virgen), una auténtica estafa incluso aunque lo regalasen...

Anónimo dijo...

Sin palabras para describir algo tan malo..

kubelick dijo...

Y ahí sigue... Qué cosas...