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Manhattan vista desde el waterfront de Hoboken. |
Hoboken es una de esas ciudades que los manhatanitas miran con desprecio cuando reivindican su pertenencia a Nueva York. Si los más puristas le niegan el gentilicio a todo aquel que no viva dentro de los confines de la isla, a los que pueblan Hoboken con más inri ya que, aunque forma parte del New York metropolitan area, se encuentra en el estado de Nueva Jersey. Hoboken fue uno de los primeros asentamientos de los colonos. La parte que está pegada al río, la que disfruta de una postal privilegiada del skyline, es hoy un área residencial muy mona, habitada por gente de muchas perras, la mayoría, solteros y parejas jóvenes con niños pequeños. En Hoboken nació Frank Sinatra y se rodó La ley del silencio. Y en Hoboken hay dos restaurantes que me gustan mucho: el Robongi y La Isla.
El nombre La Isla no hace referencia a Manhattan: es una cafetería reconvertida en restaurante cubano que quiere encaramarse en la tendencia que llaman Nuevo Latino. Afortunadamente, la novedad no anula la tradición, y el resultado son unos platillos muy sabrosos donde no faltan los camarones, los tostones, la yuca, los frijoles y el arroz; los camareros hablan español e intentan camelarte en cuanto cruzas el umbral. Las mesas, las sillas, la terracita, todo está muy cuidado, al gusto de los pijos del barrio. La Isla tiene una ventaja añadida: está muy cerca de la Hoboken Terminal, una preciosa construcción de principios del siglo XX, al estilo de la Gran Central de la calle 42 pero más pequeña, de donde sale el tren que lleva de vuelta a la ciudad.
La estación de tren de Hoboken. En pie desde 1907. |
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