Me lo como todo

(felicis dice)
Cuando empezamos este blog, Kubelick y yo parecíamos tener el mismo objetivo. Pero ahora me doy cuenta de que quizá no sea exactamente el mismo. Aunque tal vez no sea malo, tal vez sean complementarios.
Me explico. Todo se debe a mi falta de paladar. Cuando Kubelick me dice que la comida de un restaurante es mejor que la de otro, yo callo y otorgo, porque la verdad es que no puedo rebatir su opinión. Vamos, es que ni siquiera tengo una opinión propia.
Yo llego a un restaurante, busco el pollo, lo pido y me pongo hasta las trancas. Que el plato es minimalista, pues pido más pan. Y ya está. Kubelick se pide un filete y si no está bueno, no se lo come. Yo pido un filete y me lo como. No pienso, me lo como. En mí sigue habitando ese niño con sobrepeso al que cuando era un bebé su madre preparaba “explosivos” (que así los llamaba) a base de quesitos, pescado, verduras cocidas, galletas, naranja, huevo y plátano. Así, todo junto. En la minipimer. Y por lo visto yo jamás rechisté. ¿Eso es un paladar exquisito? Pues no, eso es un sol de niño con todas las papeletas para ser un adulto gordo, y aunque ahora no lo soy (y mi trabajo me cuesta), mi paladar ya quedó atrofiado para siempre.
Por eso veréis que en mis posts apenas hablo de si la comida está buena o no, porque es algo que no soy capaz de discernir más que a grandes rasgos. Y cuando en el post anterior hablo de que los huevos rotos de En busca del tiempo son una sombra de lo que solían ser, me refiero a la cantidad, no a la calidad. Aunque creo que Kubelick tendría que añadir que también es aplicable a la calidad.
Y a eso es lo que quería llegar. Que yo al final me estoy centrando en el trato recibido como cliente, mientras que Kubelick se está refiriendo más a la calidad culinaria de los platos. Pero el objetivo es el mismo, advertiros de que la cosa, en materia de bares y restaurantes, en Madrid, está cada vez más inaguantable. ¿Qué más queréis?
Ahora bien, si preferís seguir yendo como borregos a los restaurantes más fashion de la capital para degustar todas las variantes de cutrensaladas templadas con sucedáneo de queso de cabra, y disfrutar como buenos masocas que seréis del trato de los camareros, este no es vuestro blog.
Felicis

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