Mercado de la Reina ..............Alfredo's Barbacoa
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(kubelick dice)
"You've got to laugh a little, cry a little, until the clouds roll by a little…", llevo toda la semana tarareando la misma melodía y acordándome de Spencer Tracy. The glory of love era el leitmotiv musical de Adivina quién viene esta noche, película en la que Tracy da uno de los más sencillos, hermosos y lúcidos discursos sobre el amor que se hayan visto nunca en el cine, en la tele, en un altar o en la pista de una discoteca. La película, así como el discurso, tenían como objetivo argumentar la estupidez que suponía oponerse a la relación entre la blanca Joanna Drayton, hija de Tracy (& Hepburn) en la ficción, y el negro John Pentice, o sea, Sidney Poitier.
Las familias de Joanna y John representaban dos ejemplos tan diferentes como auténticos de la sociedad americana: los unos WASPS sofisticados, cosmopolitas y pedantes, y los otros negros (pronunciado /nigros/) accesibles, campechanos e ignorantes. Al final de la película, los Drayton y los Prentice terminaban, como recomendaba el Dr. King "uniendo sus manos" y algo más, suponemos. Echando cuentas, si Joanna y John hubiesen tenido un hijo este sería hoy, aproximadamente, de la misma edad que Barack Obama, el recién elegido presidente de los Estados Unidos. De ahí la asociación de ideas y mi persistente tarareo.
El abuelo de la Hamburguesa, el Steak Tartar, viajó desde su Rusia natal hasta Alemania donde, a principios del XIX, engendró con una sabrosa cebolla de Hamburgo a su padre, el Frikadelle. Desde pequeñito el Frikadelle estuvo en boca de todos, convirtiéndose muy pronto en la comida favorita de los marineros que frecuentaban el puerto. Seducido por las promesas de prosperidad que venían del otro lado del Atlántico, un día y sin venir a cuento, cual Leonardo Di Caprio henchido de espíritu aventurero, se coló de extranjis en uno de los numerosos barcos que salían para Estados Unidos. Pero como ocurre en las grandes sagas de pioneros, en cuanto pisó la tierra prometida su rastro se perdió durante años. Se dice que el Frikadelle anduvo por Wisconsin y que se buscó la vida en Ohio. Cuentan, incluso, que toda esta historia ocurrió mucho antes y que tuvo un primer descendiente en Nueva York en 1826. Pero lo cierto es que la primera vástiga oficial del alemán Frikadelle está registrada en 1895 en Conetticut. La llamaron Hamburguesa, como orgullosa reivindicación de su origen inmigrante. Fuera como fuese antes de aquello y a partir de entonces, al albor del nuevo siglo, el XX, la Hamburguesa se había establecido ya como el All- American Meal.
No es más que un bocadillo de carne a la parrilla, queso, lechuga y tomate, sazonado con mostaza, kétchup y/o mayonesa. Multinacionales aparte, en Madrid se pueden degustar dos tipos de Hamburguesa muy distintos. Las dos, por lo que las une y por lo que las diferencia, estupendos ejemplos de mezcla de elementos básicos. En el Mercado de la Reina podemos encontrar tumbada sobre un mollete, 200 gramos de jugosa ternera con cebolla caramelizada, queso Manchego, tomate y lechuga romana, cosmopolita y sofisticada como los Drayton. Pero si lo que realmente nos apetece es algo accesible y campechano, si lo que nos tira es el rollo Prentice, entonces tenemos que ir a Alfredo's Barbacoa. Allí nos daremos un homenaje con los casi 300 gramos de una Súper Alfredo's con lechuga y tomate cortado sin miramientos, pediremos extra de queso y bacon, la rociaremos con todo lo que encontremos en el combo de las salsas y la acompañaremos con una patata asada, una mazorca con mantequilla y, el que le guste, con una ensalada de col.
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Gloria bendita
(kubelick dice)
"You've got to laugh a little, cry a little, until the clouds roll by a little…", llevo toda la semana tarareando la misma melodía y acordándome de Spencer Tracy. The glory of love era el leitmotiv musical de Adivina quién viene esta noche, película en la que Tracy da uno de los más sencillos, hermosos y lúcidos discursos sobre el amor que se hayan visto nunca en el cine, en la tele, en un altar o en la pista de una discoteca. La película, así como el discurso, tenían como objetivo argumentar la estupidez que suponía oponerse a la relación entre la blanca Joanna Drayton, hija de Tracy (& Hepburn) en la ficción, y el negro John Pentice, o sea, Sidney Poitier.
Las familias de Joanna y John representaban dos ejemplos tan diferentes como auténticos de la sociedad americana: los unos WASPS sofisticados, cosmopolitas y pedantes, y los otros negros (pronunciado /nigros/) accesibles, campechanos e ignorantes. Al final de la película, los Drayton y los Prentice terminaban, como recomendaba el Dr. King "uniendo sus manos" y algo más, suponemos. Echando cuentas, si Joanna y John hubiesen tenido un hijo este sería hoy, aproximadamente, de la misma edad que Barack Obama, el recién elegido presidente de los Estados Unidos. De ahí la asociación de ideas y mi persistente tarareo.
Obama es también, como los Prentice y los Drayton, profundamente americano. El país que parió el Jazz es el único capaz de conseguir en una sola generación una fusión de proporciones tan equilibradas, tan perfectas: el prototipo de un producto destinado a triunfar. Solo recuerdo otro ejemplo en la historia de Estados Unidos que haya picado tan alto como Barack Obama: la Hamburguesa.
El abuelo de la Hamburguesa, el Steak Tartar, viajó desde su Rusia natal hasta Alemania donde, a principios del XIX, engendró con una sabrosa cebolla de Hamburgo a su padre, el Frikadelle. Desde pequeñito el Frikadelle estuvo en boca de todos, convirtiéndose muy pronto en la comida favorita de los marineros que frecuentaban el puerto. Seducido por las promesas de prosperidad que venían del otro lado del Atlántico, un día y sin venir a cuento, cual Leonardo Di Caprio henchido de espíritu aventurero, se coló de extranjis en uno de los numerosos barcos que salían para Estados Unidos. Pero como ocurre en las grandes sagas de pioneros, en cuanto pisó la tierra prometida su rastro se perdió durante años. Se dice que el Frikadelle anduvo por Wisconsin y que se buscó la vida en Ohio. Cuentan, incluso, que toda esta historia ocurrió mucho antes y que tuvo un primer descendiente en Nueva York en 1826. Pero lo cierto es que la primera vástiga oficial del alemán Frikadelle está registrada en 1895 en Conetticut. La llamaron Hamburguesa, como orgullosa reivindicación de su origen inmigrante. Fuera como fuese antes de aquello y a partir de entonces, al albor del nuevo siglo, el XX, la Hamburguesa se había establecido ya como el All- American Meal.
No es más que un bocadillo de carne a la parrilla, queso, lechuga y tomate, sazonado con mostaza, kétchup y/o mayonesa. Multinacionales aparte, en Madrid se pueden degustar dos tipos de Hamburguesa muy distintos. Las dos, por lo que las une y por lo que las diferencia, estupendos ejemplos de mezcla de elementos básicos. En el Mercado de la Reina podemos encontrar tumbada sobre un mollete, 200 gramos de jugosa ternera con cebolla caramelizada, queso Manchego, tomate y lechuga romana, cosmopolita y sofisticada como los Drayton. Pero si lo que realmente nos apetece es algo accesible y campechano, si lo que nos tira es el rollo Prentice, entonces tenemos que ir a Alfredo's Barbacoa. Allí nos daremos un homenaje con los casi 300 gramos de una Súper Alfredo's con lechuga y tomate cortado sin miramientos, pediremos extra de queso y bacon, la rociaremos con todo lo que encontremos en el combo de las salsas y la acompañaremos con una patata asada, una mazorca con mantequilla y, el que le guste, con una ensalada de col.
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2 comentarios:
Kubelick, has tocado uno de mis temas así que, para hacer la ruta de la hamburguesa madrileña aún más completita, añado estas sugerencias (siempre desde la admiración, el respeto y, por supuesto, con tu permiso, claro está):
Dos Pasos (c/ pez con c/ san Bernardo)
Lo de esta cafetería es paranormal. Aún nadie ha sabido explicarme por qué, después de meterse en el cuerpo semejante peso, sencillamente, levitas.
Lena (c/ San Bernardo, 18)
Sólo un nombre: Super Especial Lena (un consejo es pedir siempre la que tiene el mismo nombre del garito –lo de super es cuando añaden un huevo frito-) En serio, después de una de estas hamburguesas uno siente que forma parte del mundo.
Galatea (c/ Príncipe de Vergara)
Sitio mítico en Madrid donde los perritos y las hamburguesas tienen la misma intensidad que el rojo ketchup en las que las bañan. No sé el número exacto de la calle pero está cerquita del cruce con Jorge Juan (mmm, ¿de qué me sonará esta calle?)
Silma (c/ Narváez, 18)
Es como fusionar el típical spanish garito con el after más radical. Abierto hasta las 2 de la mañana y lugar de encuentro de la juventud más golfa del lugar con los vejestorios más rancios del barrio. Ojo también a su arroz con leche.
Spot (c/ Virgen de los peligros, 10)
No es la mejor cocina del barrio, ni siquiera de su propia calle, pero la hamburguesa de este sitio de ambiente piji-snob de falsete es simplemente perfecta: tamaño, sabor y precio.
Tony Roma’s (c/ Génova, 17)
Sí, sí… ese mismo del “famous for ribs”. Directamente para los muy hambrientos, la super hamburguer tamaño pizza de este american-hungers es una barbaridad.
… Perdona la intromisión, Kubelick pero es que me entra la vena solidaria y siento que hay cosas que debo compartir. Nabrazo a todos los que sufren/han sufrido/sufrirán la resaca dominguera.
Mil gracias por el post y por la información extra, Mr. Osborn!
kubelick
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