Helios





 

Cómo llegar 
Teléfono: 965785318


La cuenta, por favor


Las endorfinas y el gato por liebre

(kubelick dice)

Sin obligación de madrugar, junto al mar, y con el único compromiso de llegar a tiempo para que no te levanten la mesa en tu chiringuito preferido no es necesario tirar de sustancias ajenas al propio cuerpo para colocarse. Las endorfinas se disparan cuando el sol se proyecta en vertical sobre las sombrillas. Si el suelo no quemara tanto, la euforia nos confundiría del todo, y estaríamos dispuestos a jurar que caminamos levitados. De existir un cacharro capaz de medir ese nivel de enajenamiento, la DGT haría controles para prevenir que la gente cogiera el coche aún sin haber tomado una gota de alcohol.

En estas condiciones, ¿cómo vamos a juzgar si lo que nos sirven es lo que hemos pedido o la versión fast food que tienen reservada para los guiris de temporada? El vaso de cerveza sabe a Fairy y cuatro personas distintas han obedecido a la voz de mando que, en la cocina, ha ordenado que “¡hay que echar sal a la paella!”, pero nos da igual. Somos como un grupo de quinceañeros tras un intensivo de hachís y Manu Chao, relamiéndose ante un emplasto de macarrones, tomate y atún como si fuera un Beef Wellington. No queremos pinchar el globo, así nos tragamos la verdad entonando el “¡qué gozada!”, puestos hasta arriba de Mediterraneo.

Yonqui perdida, seguiré yendo al Helios aún a sabiendas de que me están tangando con la comida. La acusación no es gratuita: un día que estaba nublado comí una estupenda paella valenciana.



Otras entradas sobre Helios


.

No hay comentarios: