Paul's place




Teléfono: +12125293033

Otro sitio de esos que dicen imprescindibles para tomar hamburguesas en Nueva York es Paul’s Place. No me gusta ni la mitad que The Corner Bistro pero la de Paul’s Place es LA HAMBURGUESA. Es un ejemplar enorme, la carne está muy buena aunque no es demasiado sabrosa, es viejuna, como son las carnes americanas, perfecta para regarla con kétchup, mostaza, relish o salsa barbacoa sin que te dé pena. El pan tiene demasiada presencia, es el clásico bollo de hamburguesa que a  mí no me vuelve loca, muy grande, tosco y deleznable. 
Paul's Place es, como dice el letrero de la puerta, "da burger joint", abigarrado, con los specials enmarcados, los posters publicitarios y las banderitas; con Bon Jovi clamando por bad medicine en la radio y el único latino de Nueva York que no habla español en la barra. En definitiva, una hamburguesería auténtica, que lejos de ser neoyorkina, es americana y que hace de esa uniformidad, de esa falta de originalidad, su emblema. La experiencia en Pauls Place es igual que la que puedes vivir en cualquier otro punto del país: según las palabras de su dueño, “Paul's Place, your home away from home”, o sea el sitio en el que cualquier Dick, Tom o Harry, sea del estado que sea, se sentirá como en casa.


The Corner Bistro





Cómo llegar
Teléfono: +12122429502


La cuenta, por favor


La mejor hamburguesa de Nueva York


Mariam se ha ido hoy a Nueva York y yo me muero de la envidia. “Restaurantes, recomiéndame restaurantes” me decía el miércoles pasado, cortando mi entusiasta espíritu de cicerone. Me sorprendí cayendo en ese tópico de “la mejor hamburguesa, en el Corner Bistro” Pero es que es completamente cierto. Es la mejor. De las que yo he probado, claro. Siempre habrá quien se dé pisto e intente convencerte de que lo que se sirve en este bar del West Village, pequeñito, oscuro y nada atildado, no es para tanto: como en el capítulo de Cómo conocí a vuestra madre titulado igual que este post, que la mejor hamburguesa te la tomas en un garito sin nombre, perdido en no sé qué barrio, con una puerta verde y un letrero de neón rojo en el que se lee “burger”. Pues fenomenal, pero si no me sabes indicar las coordenadas, seguiré volviendo al Corner Bistro.

En “the last of the bohemian bars in West Greenwich Village”, puedes comer en la barra o en la mesa. Elijas lo que elijas, te tocará esperar. Siempre hay cola pero, como no sirven postres ni cafés, el relevo es bastante rapidito. La hamburguesa es deliciosa. Pequeñita, especiada y jugosa, metida en un pan con regusto dulce, poco voluminoso y pelín elástico, que deja marcada la huella ondulada de los dedos sobre la cubierta de sésamo. Las patatas, cortadas finitas para garantizar el punto de crujido perfecto, van aparte; los platos y cubiertos son de plástico, se usa, se tiran y que pase el siguiente. Tienen un montón de cervezas, de barril y de botella y las sirven frías. Y es baratísimo. Baratísimo para el Village, para Nueva York, para Madrid y para Albacete (supongo, nunca he estado). Pero, cuidado, llevad preparados los billetes porque no aceptan tarjetas.

Crucina





Cómo llegar
Teléfono: 914453364


La cuenta, por favor


“Caerte de bruces en una maceta”, “masticar tierra”, “lamer un cactus” el sábado por la noche agotamos todas las analogías más o menos ingeniosas para describir las propuestas del restaurante Crucina. Esta "cocina sin fogones", vegetariana y cruda es, ya lo puedo decir, una auténtica tortura. ¿Cómo es posible que un zumo de zanahoria, naranja, tomate y remolacha sepa a tierra? No se me ocurrió que quizá no laven los alimentos hasta que Fernando lo sugirió ayer. ¡Oh cielos! ¿Alguien sabe si este particular forma parte de las directrices del crudivegano? Espero que no pero después de atender a las pormenorizadas (e innecesarias y muy MUY pesadas) respuestas de una de las dueñas a los cómo y los por qué de esta dieta me creo cualquier cosa. Entre sorbo y sorbo de vaya usted a saber qué, Patti recordaba aquel personaje de “Notting Hill” que sólo comía frutas que se cayeran del árbol porque pensaba que separar a un vegetal de su raíz era asesinato; sé que hay gente que no toma huevos ni lácteos pero nunca se me había ocurrido considerar que la miel es un producto animal. Qué ignorante y qué insensible soy.

Traed el cincel de casa si queréis degustar los "panes", "tartaletas" y "tostadas". No exagero.
No hay forma humana de masticarlos sin correr el riesgo de perder un par de muelas.
Al final creo que probamos toda la carta, con sus karnes y sus kesos (según la dueña, hechos a base de vegetales y frutos secos…) y sería justo decir que las frases más repetidas fueron “no sabe absolutamente a nada” y “¡puag!”. Con la excepción de un plato llamado Saag Hindú, una especie de puré de espinacas con muchas especias que estaba muy rico pero que después de la segunda cucharada aburría a las abejas (esas a las que explotamos y robamos su comida).


“¿No tomáis postre?”, nos dijo la dueña cuando vio que pedíamos la cuenta sin haber terminado el segundo plato. “Qué lástima, nuestro surtido es estupendo, sin harinas ni azúcares ni venenos de ese tipo…”  Pues por eso, hija, por eso precisamente.


El domingo por la tarde, mientras saboreba una ponzoñosa hamburguesa del McDonalds con patatas (FRITAS) y cocacola (ASSSSÚCAR!) leí en El Pais Semanal que si renunciamos a los hidratos y las proteínas (carne, huevos) estaremos más “limpios”, sin deshechos, pero también “estaremos cortos en hierro y en vitaminas del grupo B, que sirven para la concentración y la memoria” A lo mejor es por eso que los crudiveganos se han olvidado de que, como bien apuntó Luis durante la cena, el uso del fuego es el rasgo que separó al hombre de las bestias.

Xentes


Teléfono: 913664266



La foto, para variar, no hace justicia al plato.
Estaba delicioso.
Menudo arroz con bogavante que nos ventilamos el pasado domingo, perdón, lunes dominguero día 2 de mayo. En el Xentes a Gema la tratan como si fuera accionista. Bueno, en el Xentes y en más de la mitad de los garitos de La Latina; ella cree que es porque se deja el sueldo en tapas, que también, pero lo cierto es que es tan maja que todos la adoran así que no solo comimos bien sino que nos eximieron de pagar los cafés y algún que otro postre, y nos dispensaron trato de celebrity. Se quejaba mi amiga, latinera desde hace una década ya, de que en “muchos de los restaurante del barrio te tratan mal, son muy antipáticos”. Que no hace falta que me invites a nada, pero si vengo todas las semanas, dame al menos las buenas tardes. 

Del bogavante no quedó ni la be, rascamos el fondo de la marmita con ganas. Los berberechos al vapor, que en este sitio son superiores, me supieron a poco, hubiera pedido sin pensarlo otra ración. Me quedo, además con sus croquetas, su empanada de zamburiñas y vieiras y sus pimientos, estupendas alternativas para cuando no te apetece mesa y mantel y prefieres picar algo en la barra.